LOS NEXOS CON LA PALESTINA BÍBLICA
El pueblo de Israel*, cuyo primer rey Saúl (segunda mitad del s.XII y primera del XI
a.C), salido de la familia de Hammatri de la tribu de Benjamín y ungido rey por
el profeta Samuel, había sido aclamado por las otras tribus* en Masfa (Mispá, a unos 12
kilómetros al noroeste de Yebús, ó sea Jerusalén), logrando así, la unidad
religiosa y política de las doce tribus; estableció su residencia en la pequeña
ciudad de Guibá, cercana 5 kms.,
al norte de Yebús (Jerusalén).
El reino tuvo unos comienzos muy modestos. Más tarde, a la muerte de
Saúl y de sus hijos que podían sucederle en el trono, quedó el camino abierto
para que, hacia el año 1000 a.C., fuera proclamado como rey de Judá*, el candidato para esa
dignidad por la tribu de Belén de Judá: David, joven escudero, bisnieto de Rut*, nieto de Obed e
hijo de Isai* y luego, yerno del rey Saúl*. David era buen cantor y arpista de la corte de Saúl: “…Cuando el mal espíritu de Dios se apoderaba de Saúl,
David cogía el arpa, la tocaba y Saúl se calmaba y se ponía mejor y el espíritu
malo se alejaba de él”... (I Samuel, 16,14-23).
Al rey David, se le atribuye la composición de (73) setenta y tres Salmos, de los 150 que
luego serían parte esencial de la Salmodia Ritual Religiosa.
Debió ser David, además de un valiente guerrero y hombre de estado, un
buen músico, compositor y poeta, como lo demuestran los inspirados cantos del
libro de los Salmos y la magnífica Elegía compuesta a la memoria de la muerte de Saúl y de su hijo Jonatan: “…David cantó una elegía por Saúl y Jonatan,
su hijo, y mandó que se la enseñasen a los hijos de Judá”... (II Samuel 1,
17-27). Dicha elegía lleva por título Canto
del Arco, y formaba parte de la colección de cánticos de guerra,[1] además constituye uno de
los más hermosos ejemplos de la poesía hebrea antigua.
UN POCO DE HISTORIA
En el siglo X a.C., el rey David, acometió una de las misiones más importantes de su reinado: extender
sus dominios más allá de Judá hacia el sur, asegurar el paso por el camino
principal hacia el este y convertir a la vieja ciudad de Yebús, en Jerusalén, como Ciudad Santa*, centro espiritual y cultural de la vida
hebrea[2]. Con una gran procesión religiosa y en medio de alegres cánticos y
danzas con arpas, salterios, adufes, flautas y
címbalos, fue llevada el Arca de la Alianza, al lugar elegido para
la construcción de un nuevo tabernáculo o templo. El mismo rey: …danzaba con toda su fuerza delante de Yavé y vestía
un efod (vestimenta
sacerdotal) de lino...entre gritos de júbilo y sonar de trompetas*…
A David, le sucedió en el trono su hijo Salomón (reinó cerca del 970 al 931 a.C.). Correspondió a
este rey la construcción del nuevo Templo y realizar su ceremonia inaugural, lo
cual sucedió cerca del 950 a.C.[3]
Muchos años más tarde, en el 587 a.C., cuando el rey caldeo o babilónico Nabucodonosor II (605 a 562 a.C.), invadió Jerusalén, incendiando y destruyendo dicho Templo y otros
edificios importantes, la Ciudad Santa estuvo en ruinas durante los cincuenta años siguientes. Durante estos
años de la Primera Diáspora o exilio del siglo VI a.C.,
los judíos, en número cercano a las 100.000* personas, fueron
deportados a Babilonia y quedaron sometidos a la esclavitud; algunos sufrieron
duro trato, aunque en general, los judíos no fueron maltratados durante su
cautiverio y hasta se les permitió tener con ellos a sus sacerdotes, profetas y
maestros, entre los cuales destacaron el profeta Daniel y el
profeta Ezequiel, quien mucho ayudó en el resurgimiento del
fervor religioso del pueblo judío cautivo en Babilonia. Conviene tener presente
que este período coincide con la presencia en Grecia de
la Escuela de Pitágoras de Samos y sus famosas
prédicas de los 33 preceptos de los Versos Dorados[4].
Como los judíos no tenían un templo que se pudiera usar para centro espiritual nacional, se solían reunir en pequeños grupos para la instrucción bíblica y la
oración; fue así como se crearon las Sinagogas o Asambleas, las cuales
tuvieron una profunda influencia para conservar a través del tiempo y hasta el
presente, los usos, costumbres, tradiciones, cantos, ritos y la inconfundible
identidad del pueblo judío.
En el año 538 a.C., finalizó el cautiverio y
exilio de los judíos en Babilonia, cuando Ciro II El Grande
(558-c.528
a-C.), el fundador del imperio persa, conquistó la
ciudad y en un edicto, ordenó que todos los extranjeros de pueblos vecinos
cautivos volvieran a sus respectivas patrias.
Los judíos, entonces, bajo el liderazgo del príncipe de la tribu de
David, Zərubbābel ó Zorobabel y del sumo sacerdote (kôhen gadôl) Yehôshûa ó Yêshûa, procedieron a organizar su
retorno a la libertad. El regreso a Jerusalén se convirtió en una larga y
penosa travesía de cerca de 1500 kilómetros a pié, ya que debieron utilizar
casi todos los caballos, mulas, asnos y camellos disponibles para llevar
alimentos y provisiones, además de los equipajes, ajuares, vasijas y ornamentos
del templo, los cuales habían sido reintegrados por Ciro a los judíos. Luego,
en ese mismo año 538 a.C., pudieron instalar un nuevo altar para el culto de Dios, ubicado
en la Montaña Sagrada de Sión. Años más tarde, construyeron e
inauguraron, por segunda vez, la nueva Casa de Dios, llamada ahora Templo
de Zorobabel*
Durante el difícil período de dominación griega, tras la conquista de Alejandro Magno y el reinado de Ptolomeo I (Ptolomeo Sóter, c367 a.C.-282 a.C.; al morir en 323 a.C., Alejandro fue
nombrado Sátrapa de Egipto) y luego de los seléucidas, hacia el 301 a.C.;
muchos judíos emigraron de Judea hacia Cirene y Alejandría, al norte de África.
La influencia helénica se hizo sentir y dejó sus huellas en la música
ritual utilizada por los judíos; de hecho, el Modo Oriental o Babilónico
del Pentateuco, es idéntico al Modo Dórico griego. Así pues, la
música judía se enriquece, gracias a la incorporación de elementos tales como,
el uso de la Escala Diatónica que, adaptada a la judía, produce
una interesante y novedosa combinación, muy fácil de encontrar e identificar en
las composiciones musicales judías yemenitas de tradición oriental*
Todos estos acontecimientos influyeron en el abandono del uso del
hebreo y el arameo (lengua internacional
semítica que habían traído de Babilonia) y en la adopción
del griego, lengua común de la época. Por lo cual, Ptolomeo II Filadelfos (rey desde 285 a.C al 246 a.C.), interesado en la
literatura sagrada de los judíos; tomó contacto con el Sumo Sacerdote e
hizo traer al Egipto desde Jerusalén, a un grupo de eruditos rabinos judíos para
que se ocuparan de traducir al griego las Escrituras Sagradas contenidas en la TORA
o Pentateuco*.
Años más tarde, en 223 a.C., subía al trono de Siria para
continuar la dinastía seléucida, el rey Antíoco III el Grande, quien fue vencido en el 217 a.C.,
por Ptolomeo IV Filopátor en la Batalla de Rafia, al sur de Gaza.
No obstante, en el 203 a.C., al morir Filopátor, Antíoco volvió a
invadir Jerusalén y luego de la Batalla de Panias en 198 a.C., anexionó
Palestina al imperio seléucida.
Ocho años después, en 190 a.C., Antíoco III era derrotado en la Batalla
de Magnesia, cerca de Éfeso, por el general romano Lucio Cornelio Escipión, el Asiático.
A partir de este momento se produce el primer contacto entre los
Pueblos de la Biblia y el Imperio Romano, que pasaría a dominarlos en
el 63 a.C., después de la toma de Jerusalén y Siria por parte del
general romano Cneo Pompeyo Magno.
Ya dentro de la Era Cristiana, y bajo el
dominio de Roma, el general Tito Flavio Sabino
Vespasiano, conocido como Tito, hijo del emperador Vespasiano
y más tarde su sucesor; como consecuencia de otra rebelión judía tomó Jerusalén
en el 70 d.C., destruyó el Gran
Templo de Herodes y nuevamente, dispersó a los judíos, terminando la guerra
contra ellos y dando inicio a la 2ª Diáspora
del Pueblo Judío.
Tito Flavio Domiciano,
su hermano quien le sucedió, dio también, gran importancia al culto
politeísta
imperial romano, ordenando inclusive, que se llamara al Emperador:
Nuestro Señor y Dios, lo cual chocaba con las doctrinas y credos monoteístas tanto de los judíos como
de los cristianos; y fue una poderosa razón para el inicio de la Segunda
Persecución Romana.
En el siglo II, hacia el 135
d.C., en la Segunda Guerra Judeo Romana, luego de dominada por el
general Sexto Julio Severo, la Rebelión de Simón Bar Kojba
contra el Imperio Romano; grandes conglomerados de judíos, se dispersaron en
una nueva y masiva diáspora por todo el vasto territorio del
Imperio.
TRADICIONES Y USOS LITÚRGICO-MUSICALES
Los antepasados de Abraham, los habirus o hebreos* de los cuales, como hemos visto, descendería el pueblo de Israel, o Pueblo Escogido de la
Biblia debieron desarrollar un sistema musical muy parecido al
egipcio. Los cinco libros del Antiguo
Testamento (Tora o Ley) fueron provistos de melodías y recitaciones cantadas, las cuales se
rigen por determinados Modos, entre ellos el Modo
Oriental ó Babilónico del
Pentateuco (es decir, de los cinco
primeros libros de la Tora, Biblia o Libro Sagrado de los Hebreos) muy parecido al Dórico griego y al Frigio gregoriano.
Utilizaron signos del llamado Sistema Ta´amim* como notación musical, consistente en
símbolos para las partes cantadas de la Tora.
Este sistema no representa sonidos
determinados ni intervalos exactos, sino indica ciertos tipos de acentuación, motivos y giros melódicos;
los cuales pasaron luego, a la tradición musical paleocristiana y a la
primitiva manera de Notación Neumática utilizada
en el Canto Llano Cristiano y que,
siglos más tarde, se transformaría en el Canto
Gregoriano. Para los fines del culto en el templo judío, encontramos una Trompeta
de plata denominada Jazozra y también una Trompa o cuerno de carnero sin boquilla, llamada
Shofar.
Con la modificación de la liturgia, luego de
la destrucción del Gran Templo (70 a.C.), de Jerusalén, se produce una nueva codificación del Talmud (התלמוד) Baví
o de Babilonia; surge así, el Talmud
Yerushalmi o de Jerusalén. Estos libros recogen y contienen la tradición
oral con las discusiones rabínicas sobre las leyes, costumbres, historias y
leyendas judías.
Aparece pues, una nueva liturgia basada en
el Canto
de los Salmos y la lectura y de las Escrituras Sagradas. Para esta
música cuya ejecución se encomienda a los levitas, se constituye un grupo de
288 cantores e instrumentistas, organizados en 24 conjuntos de 12 miembros, los
cuales participan en las ceremonias cotidianas y grandes solemnidades.
El tradicional y antiguo Libro nos ofrece numerosas menciones y referencias
originales acerca de la importancia de la música y de los diferentes usos
musicales: Gén. 4, 21; Gén. 31, 27; Ex.
15, 1-20; I Sam. 18, 6-7; I Sam. 10, 5; Ecl. 2, 8; Job 21,12; Números 10;
Jueces 7, 19; I Samuel 16, 23; II Samuel 1, 17; II Samuel 6, 5; Josué 6),
así como también, muchas letras de Salmos
(Salmos
66,1; 68,1 108,3; 149,3) y Cánticos
para diferentes rituales, que continuamente hacen referencia a instrumentos
musicales*, formas de cantar, llamados: Al Maestro
del Coro, o Hazzán (cantor
profesional) y en ocasiones,
hasta se agregan, inclusive, instrucciones técnicas precisas como: “…Para las voces altas; A la flauta; A la
cuerda. Sobre la octava; Al Director
del canto; A las cuerdas”...
De acuerdo con esas referencias históricas, la música en el Templo de Salomón debió incluir la
participación de Trompetas, Flautas y
Grupos de Cantores o Coros,
acompañados de Instrumentos de Cuerdas,
para la Salmodia o
Mizmor (recitación y canto de los
Salmos), en la cual, las palabras
determinaban el ritmo de la sucesión de sílabas en el tono de recitación
denominado tuba o shofar y cantados de manera antifonal (en el
período de los reyes) y luego de manera responsorial; la Himnodia o Tehillim y para
la Cántica o Ser, consistente en la
entonación de sencillas canciones comunitarias.
Como hemos dicho, constantemente, aparecen en
las citas de la Biblia, menciones al uso de las Arpas, Cítaras, Panderos (Adufes), Platillos; un antiguo tambor de marco
llamado Tof, utilizado
principalmente por las mujeres y una campanilla usada por los príncipes tribales,
llamada Pa´amon. Usaban
también Trompetas, Salterios y
otros instrumentos.
Leemos en la versión del Génesis de la Biblia Vulgata: “…Et nomen fratris ejus Iubal (Juval ó Jubal):
ipse fuit pater canentium Cithara et Organo”... (Gén.4,21); utilizando el neologismo Órgano referido al instrumento
musical actual y señalando, como el primer instrumentista bíblico, a Iubal ó Jubal,
descendiente en la séptima generación del hijo mayor de Adán y Eva, Caín.
En efecto, la Tora nos recuenta su
genealogía: “…Caín, tuvo por hijo a Henoch quien engendró a Irad, que engendró a
Maviael y éste a Mathusael y éste a su vez a Lamech; Lamech tuvo dos esposas,
una de las cuales, Ada, parió a Jabel, que fue padre de los que habitan tiendas
y pastorean los rebaños; el nombre de su hermano fue Iubal, el padre de todos cuantos tocan la cítara y la flauta”...
Sabemos por el Libro 2 de los Paralipómenos ó Crónicas (2 Cron. 5, 12-14), que durante el Período de los Reyes[5], los Levitas eran los
responsables de la música en el Templo e integraban grandes coros y orquestas,
estudiaban en las escuelas del Templo y se organizaban gremialmente:
“...los levitas cantores, los de Asaf,
Hemán y Jedutún, con sus hijos y hermanos, vestidos de lino fino,
hacían resonar los címbalos, los salterios y las cítaras, puestos al oriente
del altar, por ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas. Todos al
mismo tiempo cantaban a una, entre el sonar de las trompetas, los címbalos y
los otros instrumentos musicales, y alababan y confesaban a Yavé: Porque es
bueno, porque su misericordia es eterna”...
Pero en el texto original de la Tora* en hebreo, se nombran estos instrumentos con propiedad y especificación,
tales como, la kinnôr (suerte de arpa
de mano; instrumento predilecto del Rey David, sirvió para el acompañamiento
ritual en el período de los reyes) y la ûgābh (especie de larga flauta vertical
con varios tubos sonoros; de uso pastoril y no ritual).
La síntesis que representa la ancestral
cultura musical judía, amalgamada a los usos y prácticas de la nueva religión
cristiana, la cual desde sus inicios, conserva buena parte de la tradición
hebraica; sumada a los aportes teóricos de los antiguos griegos y a las
prácticas musicales romanas, tendrán una Influencia decisiva en la
conformación y desarrollo de la llamada Cultura
musical o Sistema Musical Occidental, objeto específico de nuestro
estudio, cuyos orígenes y antecedentes, si bien es cierto se encuentran
enraizados con la música antigua, de manera más precisa, y directa los podemos
ubicar en los comienzos de la era
cristiana y en los profundos nexos existentes entre el Paleocristianismo y las ancestrales
tradiciones, rituales y usos religiosos
del pueblo de Israel.
*Este nombre
derivado de Yisra’el que
significa El que lucha con Dios, le
fue dado a Jacob (Gén. 32, 28-30), hijo de Isaac y hermano gemelo menor de Esaú, a quien le compró la primogenitura por un plato de
lentejas.
*Rut 4, 21-22.
*Llamado también Ishai
ó Jesé (Rut 4, 21-22. Mateo 1, 5).
*David,
se desposó primero con Micol, segunda hija de Saúl; luego
desposó a Abigail y otras mujeres (Sam.I, 25,39-44); más tarde cometió
adulterio con Betsabé, quien fue la madre del heredero rey Salomón
(Sam.II, 11,26-27).
*Jerusalén: Ciudad Santa,
hoy centro espiritual de veneración por tres grandes religiones monoteístas: el
cristianismo, el judaísmo y el mahometismo.
*II
Samuel 6, 1-23.
*Las cifras de
deportadosen esta Primera Diáspora, varían según los diferentes cronistas e
historiadores.
[4]Los Versos
Dorados, son una recopilación de 33 preceptos y exhortaciones morales de la
Escuela Pitagórica, expresadas en 71 líneas de versos Hexámetros, compuestos
por pies o metros rítmicos dáctilos (1 sílaba larga y 2 breves) y espondeos (2
sílabas largas).
*El Templo
de Zorobabel (Zərubbābel) fue
mayor en tamaño que el primer templo, o Templo de Salomón, pero mucho menos
esplendoroso en su construcción y magnificencia.
*Música practicada
por las comunidades judías del Yemen, Irak, Persia, Siria y Palestina.
*La Tora o Pentateuco, está
integrada por los cinco primeros libros de la Biblia, posiblemente escritos entre
los siglos X y VI a.C. Son ellos: el 1º. Génesis; que narra la creación del
mundo y su posterior desarrollo. 2º. Éxodo, que cuenta la historia de
Moisés y de las Leyes o Mandamientos. 3º. Levíticos, que se refiere a las
leyes específicas del culto. 4º. Números, que cuenta los viajes de
los israelitas al desierto; y 5º. Deuteronomio, que contiene los
discursos de Moisés y las enseñanzas éticas.
*Según varios investigadores la palabra Hebreo,
parece derivar del nombre de Heber
(Eber), nieto de Arfaxad (Arpaksad), quien era hijo de Sem y nieto de Noé (Gén.10,
22-24).
*Abraham Zenj Idelsohn, Jewish Music in its
historical development, 1929.
[5]Abraham Zenj Idelsohn, Jewish Music in its historical development, 1929.
*En
la gráfica: Rollos de la Tora.
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