jueves, 26 de junio de 2014

SOBRE VINOS, CANCIONES Y FADOS (VIII)

Sobre Vinos, Canciones y Fados (VIII)

 

Desde el Siglo XVII se emplea el Corcho, industria desarrollada con éxito también por los portugueses, para cerrar las botellas y a pesar de los adelantos tecnológicos; así como de los riesgos del ocasional sabor a corcho o de la permeabilidad del gas que acelera el envejecimiento, o el peligro del gusano del corcho, ya bastante controlado, aún no se prevé su desaparición... sobre todo, por el gusto tradicional de sacar un buen corcho en lugar de desenroscar una tapa... De una vieja corteza de alcornoque... su resultado son los hermosos “corchos”. Cincuenta o más años requiere un alcornoque para estar en capacidad de ofrecernos una corteza adecuada a las rigurosas exigencias de elaboración de un corcho de calidad para un caldo glorioso y con cuanta facilidad lo desechamos y olvidamos rápidamente. Es precisamente, esa tradición de años, una de las razones que ha logrado servir de barrera protectora para conservarle al corcho su condición de tapón original para los Grandes Vinos.
Los Corchos, al igual que el vino y la canción, son el resultado de la paciencia, el trabajo constante y el arte de la producción.
Una generación de hombres siembra el Alcornoque y muchas veces es la generación siguiente la que retirará las cortezas y fabricará los corchos, atendiendo a las cuidadosas especificaciones cualitativas y otras exigencias de los grandes productores de vinos. Por eso he querido rendir un tributo especial al corcho y a quienes anónimamente, trabajan para lograrlo.
Les ruego que la próxima vez que descorchen una botella de buen vino, acaricien con cuidado y cariño el trozo del viejo alcornoque traído, tal vez, desde un bosque europeo o portugués, siéntanlo, disfrútenlo, como pocas veces solemos hacerlo.
Y ahora disfruten de la letra de otra canción titulada Monsieur de la Palisse, en la cual se inmortalizan las glorias de un capitán del Rey Francisco I de Francia, caído y muerto en Pavia, Lombardía, en el año 1525.
Esta canción, en una de sus estrofas, dice así: “Sus lacayos –los de Monsieur de la Palisse- eran esmerados en servirle embutidos y no escatimaban en poner huevos en las tortillas. Del inventor de la uva reverenciaba la memoria y para degustar el vino sentenciaba que lo mejor era beberlo... Indudablemente, cierto.

Nota: Agradezco a la familia de mi buen amigo el guitarrista portugués @Armenio de Melo, habernos dado la oportunidad de acercarnos a los alcornoques y al proceso de fabricación de los corchos en Sta, María da Feira, Portugal.

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