domingo, 6 de julio de 2014

EL TANGO...Sus orígenes (I)

EL TANGO y sus orígenes
  
NOTA: En los archivos he encontrado una hermosa colección de Cajetillas de Fósforos realizada por la Industria Argentina hacia el año 1974. Por considerarlo de interés y oportuno para el público, me he limitado a escanear las imágenes y revisar los textos para publicarlos a través del blog.

El TANGO no tiene un origen preciso conocido e históricamente documentado para que se disipen las dudas sobre el lugar concreto de su nacimiento.

Pero lo incontrovertible es que, con las cadencias rítmicas y la índole melódica que le son propias y características, el proceso que le dio vida se gestó, en la segunda mitad del siglo XIX, mas concretamente hacia 1860, en el Río de la Plata.

No ha de estimarse menos cierto que el candombe de los negros, la vieja milonga de la pampa sureña y la habanera contribuyeron a conformarle un acento peculiar a su música. Una opinión mas subjetiva y sutil agregaría que el tango es hijo legítimo de la Argentina, porque con una parte de su espíritu está nutrida el alma que le infunde aliento. Todavía en su danza es posible ver ó imaginar al cuchillero moviendo con su vaivén la daga o puñal, mientras baila como si se batiera en los tradicionales y criollísimos duelos. En sus esguinces hay cortes, quebradas, ochos y sentadas...                                                  
Entre los primeros escenarios de los cuales se aprovechó el Tango para lanzar el vagido inicial de su música compadre y ganarse el favor de los neófitos, allá por los finales del siglo IX, figuraron, antes que ninguno, el suburbio y los bajos fondos, zonas agrestes en las cuales, la ciudad pugnaba por avanzar y la pampa por no retroceder.

En los límites espaciosos de la ciudad de Buenos Aires buscó, con preferencia, los boliches o tabernuchas de trago largo y atmósfera de bronca, los peringundines de turbia moralidad, los bailongos de meta y ponga, las carpas de la Recoleta con sus chinas bravas, pero, sobre todo las casas que no podían decir su nombre...

Allí en las orillas entenebrecidas a menudo por las pasiones que desataban el alcohol, el rencor o el machismo, el Tango superó, a punta de melodía que hablaba al corazón, su oscura condición de música amasada en el subsuelo social y entre el relumbrar de los afilados aceros.El Tango no tiene un origen preciso conocido e históricamente documentado para que se disipen las dudas sobre el lugar concreto de su nacimiento.

Pero lo incontrovertible es que, con las cadencias rítmicas y la índole melódica que le son propias y características, el proceso que le dio vida se gestó, en la segunda mitad del siglo XIX, mas concretamente hacia 1860, en el Río de la Plata.

No ha de estimarse menos cierto que el candombe de los negros, la vieja milonga de la pampa sureña y la habanera contribuyeron a conformarle un acento peculiar a su música. Una opinión mas subjetiva y sutil agregaría que el tango es hijo legítimo de la Argentina, porque con una parte de su espíritu está nutrida el alma que le infunde aliento. Todavía en su danza es posible ver ó imaginar al cuchillero moviendo con su vaivén la daga o puñal, mientras baila como si se batiera en los tradicionales y criollísimos duelos. En sus esguinces hay cortes, quebradas, ochos y sentadas...                                                  

Entre los primeros escenarios de los cuales se aprovechó el Tango para lanzar el vagido inicial de su música compadre y ganarse el favor de los neófitos, allá por los finales del siglo IX, figuraron, antes que ninguno, el suburbio y los bajos fondos, zonas agrestes en las cuales, la ciudad pugnaba por avanzar y la pampa por no retroceder.

En los límites espaciosos de la ciudad de Buenos Aires buscó, con preferencia, los boliches o tabernuchas de trago largo y atmósfera de bronca, los peringundines de turbia moralidad, los bailongos de meta y ponga, las carpas de la Recoleta con sus chinas bravas, pero, sobre todo las casas que no podían decir su nombre...


Allí en las orillas entenebrecidas a menudo por las pasiones que desataban el alcohol, el rencor o el machismo, el Tango superó, a punta de melodía que hablaba al corazón, su oscura condición de música amasada en el subsuelo social y entre el relumbrar de los afilados aceros.

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