viernes, 11 de julio de 2014

EL TANGO...Sus orígenes (VI)

          Durante largo tiempo, los escenarios habituales y obligados del Tango se erigían en los cafés del centro porteño y de los barrios, los salones de baile o milongas, los peringundines y las casas de familia, en patios de ladrillos y debajo de parrales tupidos.

            En los años 20’, con ayuda de las Orquestas de Tango, se ganó en los fosos de las Salas de Cine de las películas mudas. Quizá el primero que le hizo un lugarcito cerca de la pantalla fue el Select Buen Orden, ubicado a una cuadra de la Plaza Constitución.

         Resultó tan feliz el ensayo, que en seguida le dieron apoyo muchas otras Salas de la ciudad, pero fueron las de las calles Lavalle, Esmeralda y Corrientes las que atrajeron, con la fuerza de un imán, mayor cantidad de público. En aquellos días, no se iba al biógrafo a ver lo que ocurría en el celuloide sino a escuchar Tangos y aplaudir a los músicos.

             
Desplazado de los cines por las películas sonoras y parlantes, el Tango halló rápidamente el amparo de la radiofonía, a cuyas ondas confió su difusión hacia todos los rumbos y a las cuales debió la más amplia popularidad de que se haya gozado en cualquier época.

            Grandes orquestas típicas  y los discos grabados por figuras de primera magnitud contribuyeron, a través de la Radio, al afianzamiento rotundo y general del Tango y a su proyección a vastos auditorios nacionales e internacionales.

Los ya nombrados, Canaro y Fresado, además del bandoneonista, director, compositor y cantor de tangos, ANÍBAL CARMELO “PICHUCO” TROILO (1914-1975); ARGENIS D’ARIENZO “EL REY DEL COMPÁS” (1900-1976); CARLOS DI SARLI (1903-1960) y JULIO DE CARO; además de otros cientos de directores, animaron desde el micrófono, innumerables fiestas para los oídos y para los bailarines.

Además, la etapa radial coincidió con la iniciación, desarrollo y esplendor de la llamada GENERACIÓN DEL 40’, que le confirió al Tango una nueva y brillante dimensión universal.  


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