miércoles, 9 de julio de 2014

EL TANGO...Sus orígenes (IV)

           Salvo las excepciones de rigor –una de las pocas fue : La morocha-, la adaptación de los versos para acoplarse a su música y tornarla cantable, la recibió el Tango a partir de una fecha precisa: el 26 de Abril de 1918, cuando la actriz MANOLITA POLI, nacida en Buenos Aires el 3 de Febrero de 1899 y fallecida en Junio de 1966, en el sainete de José González Castillo y Alberto Waisbach,  LOS DIENTES DEL PERRO, entonó MI NOCHE TRISTE, cuya letra escrita en 1916 por Pascual Contursi (1888-1932), serviría de modelo poético definitivo para el Tango Canción y para el largo, nutrido y desigual acopio de poesía tanguera

            Desde la fecha mencionada, el Tango ya no fue exclusivamente el estímulo para sentirlo bullir en la sangre como baile, sino también, la expresión literaria, dividida en estrofas, de fracasos sentimentales, de metejones o enredos hondos, de rencores, venganzas, recuerdos, pasiones, cosas del barrio; en fin, de la vida, el dolor y la alegría del ser humano en su cotidianidad.

  Como canción, el Tango llegó al más ancho camino de su prestigio, de su difusión y de su universalidad con la voz angelical del Morocho del Abasto, CARLOS GARDEL (1890-1935), el más importante intérprete tanguero de la primera mitad del siglo XX; quien nació según muchos en Tolouse, Francia, el 11 de Diciembre de 1890, aunque hay quienes afirman que su lugar de nacimiento fue Tacuarembó, Uruguay, en el año 1887. Se destacó como cantante y actor y se naturalizó argentino en 1923. Su voz, para la cual todos los adjetivos laudatorios resultan insuficientes, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
 

            Dotado por el embrujo de su encantamiento de tocar el corazón de cuantos lo escuchan desde el disco o a través del cine, Carlitos quien fue también Zorzal Criollo -como lo llamó el payador José Betinotti-, y hechicero a la vez, no murió en el accidente de aviación ocurrido en Medellín, Colombia el 24 de Junio de 1935, como lo afirman las crónicas. Allí quizá, sufrió una vicisitud o percance, porque su voz lo mantiene vivo, carnal, luminoso y vibrante. Ocurrió simplemente, que se tornó inmortal porque al Morocho del Abasto no puede concebírselo ausente de nuestro mundo. Permanece presente a través de sus muchas grabaciones y películas para asistirnos con sus sonrisas y sus gorjeos maravillosos que definieron una manera muy especial de hacer el Tango.

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